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¡ Me costó un ojo de la cara !

Mc 9,38-48

En el siglo XVI apareció la expresión “Costar un ojo de la cara”, cuando los españoles y la civilización inca estaban en guerra para conquistar Perú. Uno de los militares más importantes en estas confrontaciones fue Diego de Almagro, que en una batalla en septiembre de 1524 en el asalto del Fortín del Cacique de las Piedras, fue herido en uno de sus ojos por una flecha disparada por un indio quedando tuerto para siempre.


Más tarde, cuando éste regresó a España y se reunió con el rey Carlos I, entre la plática le dijo: “El negocio de defender los intereses de la corona me ha costado un ojo de la cara”. De ahí en adelante se ha difundido la frase que ya lleva casi 500 años en boca de muchos. El descubridor de Chile dio tanta importancia a este hecho, que pronto la frase se difundió entre los soldados para designar una tarea peligrosa o algo muy complejo.

Más allá de lo que para nosotros los latinoamericanos cualquier referencia al tema de la conquista pueda suponer, si dejamos de lado cualquier posición de víctima o victimario que nos suscita y vemos con parcialidad este histórico episodio, entenderemos el significado esta expresión tan usada pero además nos puede ayudar a comprender mejor el evangelio de este domingo que nos reta: "y yo ¿me he quedado tuerto por conseguir algo? Mas aún, ¿Estaría dispuesto a cualquier cosa con tal de entrar en La VIDA que es JESUS?"


El evangelio de este domingo nos hablará de aquellos que por entrar en la VIDA, en el seguimiento de Cristo, están dispuestos incluso a quedarse tuertos... pero tranquilos, lo entenderemos poco a poco.


En Marcos 9, 38-58, Juan, uno de los discípulos, se atreve finalmente a hablar claramente con el Maestro. El silencio de la vergüenza que los había llevado a quedarse callados la semana pasada, comienza a superarse, al menos ahora este discípulo, Juan, se atreve a contarle a Jesús lo que hicieron: "Maestro vimos a uno que en tu nombre estaba expulsando demonios y se lo prohibimos, porque no es uno de los nuestros"...


¡qué hazaña! ¡digno de trofeo! ¿no? "Se lo prohibimos"... Pero en realidad no estaban muy seguros, les quedó la duda si habían actuado bien y se lo dicen, al menos ya van teniendo la confianza para contarle con sinceridad los gestos que van realizando en su nombre como discípulos suyos, sean correctos o menos. Esta capacidad es la que precisamente se nos pide si queremos ser discípulos de Jesús, capacidad de confrontar nuestra vida y acción en un dialogo sincero y personal con el Maestro para que nos vayamos asimilándonos a él, a sus valores, a sus criterios, a sus pensamientos... como venimos meditando en el evangelio de Marcos desde hace varias semanas.


Y ¡ándale! como decimos en México, que Jesús ahora si que respondió categóricamente con un NO: "¡no se lo prohíban!". En griego existen dos tipos de no, uno que es indicativo, como una sugerencia o indicación, pero hay otro no que es prohibitivo, categóricamente prohibitivo (μή = me), este "me" es un no que indica una ley, una ordenanza categórica, pero no solo prohíbe da el motivo: No se lo prohiban porque esta haciendo un bien en mi nombre.


En este episodio Jesús nos está recordando algo fundamental: A reconocer la fuerza y la potencia de actuar en su nombre. Actuar en su nombre nos hace capaces de echar los demonios, PERO solo si obramos en su nombre. Los discípulos se quejan que ése no pertenece al grupo, pero Jesús les dice: ES DE LOS NUESTROS, porque quien habla bien de mí y actúa bien en mi nombre, no está contra nosotros.


Detrás de estas palabras hay todo un mundo... Lo que les está verdaderamente prohibiendo a los discípulos es cualquier tipo de sectarismos, esa típica enfermedad espiritual que es 'tu eres de los míos, tu no', a veces nos sentimos superiores, buenos y hasta cantamos: "¡y si somos los mejores bueno y qué!"... Jesús quiere abrir la mente y el corazón del discípulo: "ése que obra en mi nombre ES DE LOS NUESTROS".


Pero Jesús quiere sobre todo que aprendan a ver la obra y la acción de Dios en el mundo. Esto sí que es un reto, ver A Dios obrando a través de aquellos que obran el bien sobre todo cuando lo hacen en nombre de Cristo. Ver la obra de Dios que actúa en el mundo supone el empeño de ver la realidad con el corazón y los ojos de Dios. Nosotros normalmente vemos superficialmente y ponemos el acento en lo que más nos escandaliza, el mal, o vemos solamente lo que no hay, lo que falta, o sólo el pecado aunque ciertamente eso es muy real... pero no vemos lo que si hay, la obra sencilla y humilde de Dios en el mundo a través de los gestos de cualquier ser humano que expulsa demonios, que expulsa el mal en el mundo.


Ser capaces de ver la fuerza y la potencia de Dios es también ver a quien deja que Su Palabra obre milagros en su persona. Por ello, el evangelio de Marcos utiliza la palabra griega δύναμις (diunamis) que significa fuerza, poder y a veces se ha traducido como milagro pero no es la mejor traducción, el texto dice que ninguno puede tener la fuerza para expulsar demonios sino es en el nombre de Jesús.


Y no me refiero a los exorcismos, que es el extremo del mal que se apodera de aquella persona que no ha sido capaz de expulsar de su vida los demonios cada día en los pequeños detalles, me refiero más bien a esas expulsiones o liberaciones, a esas enérgicas órdenes que tiene la fuerza de aquél famoso: "apártate de mí Satanás" a las que nos enfrentamos día a día. Desde que comenzamos la mañana, cuando nos levantamos en el nombre del Señor y para su gloria dejando la rica camita para iniciar la oración, para preparar un desayuno con amor, para decir "lo siento", para decir buenos días e iniciar sin rencor, cuando acudimos a la confesión porque reconocemos que "es por mi culpa, por mi culpa y por mi gran culpa" y no por la del vecino que vive conmigo... Es ahí que vemos la fuerza y la potencia del nombre de Jesús en nuestras vidas.


Esta semana vi en el metro, una chica turista que tomaba de la mano a sus tíos porque eran mayores, manos tan tiernas, de una joven y de unos ancianos, uno a la derecha y otro a la izquierda, los tenía con tanto amor que hasta le hice una foto a sus manos... Esta semana me encontré también con un maravilloso matrimonio que pasó por Roma y que después de 28 años de casados siguen trabajando por defender su amor conyugal, tomados de la mano y poniendo al Señor como centro de su corazón y de su hogar y comprometiéndose además en la educación de la fe de su comunidad local. Es la fuerza del nombre de Jesús que me dio el poder para sostener a un compañero de comunidad mientras se desahogaba conmigo ... de eso que casi te pegan.. bueno es modo de decir, pero es que estaba sobrecargado y al final me dijo: 'Gracias por tu paciencia'... sí es la fuerza y el poder de expulsar demonios... Y cada semana, cada día, en cada momento podríamos vivir contemplando la fuerza del Dios que actúa en el mundo a través de nosotros y en nosotros. Estos son los verdaderos milagros, los que se realizan en la vida diaria y se realizan en el nombre del Señor, en el nombre del Amor.


Y Jesús lo especifica aún más en ese mismo evangelio cuando dice: "quien les de un vaso de agua en mi nombre no se queda sin recompensa". Y es que éste es otro de los signos de la acción de Dios en el mundo, los que dejan a Dios hacer milagros en sí mismos, porque compartir un vaso de agua en el nombre de Cristo es un milagro, es uno de esos gestos que llevan el poder y la fuerza de quien expulsa de su vida los demonios de su propia comodidad, de vivir para acumular y acrecentar su propiedad privada, de quien ve la necesidad del otro y procura cubrirla. De quien comparte sus propios bienes, los espirituales y los materiales, dones y virtudes.


El verdadero milagro es el compartir los dones que tenemos y que recibimos, es la colaboración solidaria de quien comparte los peces y panes que tiene, sus pertenencias, sus propias capacidades. Los dones materiales y espirituales, los personalísimos, los míos. Es la fuerza del milagro de quien entra en la Vida de la comunidad cristiana y como discípulo de Cristo expulsa en su propia vida, con la fuerza y el poder del nombre del Señor, sus propios demonios, los del egocentrismo, del individualismo, del super yo. ¡Sí! esos son los demonios sutiles pero que son viles garrapatas que sólo en el nombre de Jesús podemos expulsar cada día.


Este es el reto que Jesús nos presenta este domingo en el evangelio de Marcos:

  • creer en la fuerza del nombre de Jesús,

  • actuar con la fuerza del nombre de Jesús,

  • reconocer y amar las obras de Dios en el día a día, en los gestos sencillos pero que cambian el mundo en el que vivimos.

Pero todo esto depende de una sola decisión: seguir al Maestro para "entrar en la Vida", en SU VIDA, en su estilo de vida que implica UNA DECISION RADICAL y sumamente personal al estilo de Diego de Almago, decisión y coraje porque Mas vale quedar cojo, manco o tuerto por conquistar LA VIDA, que ir a la Gehenna, donde hay un gusano que no muere y un fuego que nunca se apaga" ¡Que asco! Pero así de cruel y asqueroso como real es esta realidad. Jesús nos advierte que entrar en la Vida, es decir en su seguimiento porque él es la Vida, supone esta radical decisión que significa dejar todo aquello que causa escándalo, que es ocasión de escándalo.


Es la decisión personal de dejar toda ocasión de escándalo si queremos que el nombre de Jesús tenga FUERZA Y PODER para expulsar demonios, no hay otro camino. Skandalitzo σκανδαλίζω es un verbo griego que significa poner una piedra de tropiezo o impedimento en el camino, sobre el cual otro puede tropezar y caer; ser un tropiezo, hoy incluso es una forma de robar en las carreteras... Jesús hacer referencia al escándalo de los pequeños, de los niños. Y no concreta ni precisa algo concreto porque se refiere a cualquier evento que pueda generar tropiezo en la fe, o sea, que no se creen ni se actúe en su Santo Nombre con poder.


Por ello Jesús es claro: si tu mano, si tu pie, si tu ojo, te son ocasión de escándalo, de tropiezo para ti para tu compañero de camino, para la comunidad cristiana CÓRTALO... ¡uff ! ni más ni menos... obviamente no estamos hablando de verdaderas amputaciones físicas, el evangelio usa una hipérbole, o sea, un ejemplo llevado al extremo para hacernos entender que su llamada supone estar dispuestos a CORTAR CON TODO AQUELLO QUE ES UNA PIEDRA DE TROPIEZO, SI QUEREMOS QUE LA OBRA DEL SEÑOR SE CONCRETE Y SE ENCARNE HOY EN MI MUNDO, SI QUEREMOS QUE SU NOMBRE TENGA LA FUERZA DE ACCION EN NOSOTROS Y A TRAVES DE NOSOTROS.


Peroo ¿Hasta que punto estamos convencidos y decididos a cortar con todo aquello que escandaliza? Y no por puritanos, por moralistas o perfeccionistas, sino ¡Porque nos quita la Vida! Porque quien no es capaz de cortar con todo aquello que es piedra de escándalo y que es obra del demonio, quien no actúa en consecuencia no entra en la Vida que es Jesús, sino que entrará y vivirá en el Gehenna.


El Gehenna es una realidad espantosa que los judíos conocían porque antes de Cristo se habían cometido atrocidades ahí. Se trata de un valle que está al sur-este de Jerusalén y cuyo nombre quiere decir "el Valle de los hijos de la lamentación" por los gritos de los niños vivos que allí fueron arrojados y quemados vivos por los paganos como sacrificio al dios Moloch dios pagano que permitía sacrificios humanos hasta que el rey judío Josiah pudo impedirlo y prohibirlo. Los judíos lo recordaban horrorizados.

Apolo y Dafne. La corona de laureles.

Bernini 1652. Galeria Borghese. Roma.

Esta advertencia de Jesús es tan seria que San Pablo mismo la entendió de tal manera que nos invita a entrar en ese gran reto: "Los atletas se privan de todo ¡por una corona de laureles que se marchita!, nosotros, en cambio, una que no se marchita" (1 Co 9, 25).


Y llegamos al meollo del asunto, a una de las preguntas más fundamentales de este evangelio y por ello DE LA VIDA y en torno a la cuál giran las otras cuestiones:


¿Porqué me estoy jugando la vida? ¿Porqué o por quien estoy dispuesto a entregar la vida pedazo a pedazo en el día a día?

¿Porqué corona de laureles estoy dando mi vida? ¿por una que se marchita, que es corruptible? ¿o por una que no se marchita y es incorruptible?


Ignorar, evadir o simplificar esta pregunta es poner en riesgo el éxito de mi vida o andar directos por la vía de la mediocridad al fracaso de mi propia existencia que sería quedarme en la lógica de los simples seres biológicos: nacer, crecer, reproducirse y morir.

Sería decidirnos por entrar en el Gehenna, el valle de lamentos y gritos donde hay un gusano que no muere y se traga lo mejor de nosotros mismos.

¿No será que aún continuamos a vivir como simples criaturas que no se han dado cuenta de la grandiosa llamada por la que cada uno personalmente fuimos llamados a la existencia?

¿No será que seguimos creyendo que nacimos por casualidad, al improviso, porque dos células se unieron con o sin voluntad, con o sin amor?

¿No será que vivimos en ese ateísmo practico que niega que si existimos es por un proyecto magnífico y que sólo podré descubrirlo y llevarlo a cabo si cara a cara, frente a frente con mi Creador lo descubro mirada a mirada?


¡Pero si somos hijos de Dios! (Sal 8).... Si hemos sido creados a imagen suya (Gn 1,26), si Cristo nos ha hecho sus embajadores, o mejor, su encarnación viva!


La mirada del Señor Jesús sobre cada uno de nosotros nos ayuda a sacar lo mejor de nosotros mismos, a encontrar el proyecto para el cuál fuimos creados, a terminar la obra de arte que él mismo comenzó cuando fuimos engendrados en el seno materno, pero todo ojalá que seamos capaces de sostener la mirada del maestro que nos arranca de nuestros Gehenna y nos envuelve en su mirada de amor que nos arranca de nuestras coronas que se marchitan, que no seamos como el joven rico se dejó mirar pero no se dejó amar, sino como Pedro que sintiendo la mirada del maestro y salió a llorar amargamente en la Casa de Caifás pero bajo esa mirada se dejó restaurar.


Oración de súplica...

¡Señor Jesús, que me deje mirar por tu mirada para que pueda ver y sentir la fuerza de tu acción en mi!

¡ Qué deje de correr por las vanas coronas que se marchitan por las que me afano sin pensar!

¡ Que me decida a entrar en el camino de tu vida cortando con todo aquello que me impide amar y dejarme amar en mi comunidad!

¡Qué frente a tu mirada pueda descubrir el proyecto fundamental para el cuál me crearon y pueda realizar esa obra para ser coronado con tu corona de laureles que no se marchita! Para entrar en la vida donde no hay gusano que no muere ni fuego de lamentación y sufrimiento por no haber dado en el clavo de la vida.


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