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¡De una vez por todas... dar en el clavo!

Mc 12, 28-34 

"Dar en el clavo" es una de esas frases más usadas en el lenguaje coloquial para indicar que se acertó en algo. Su origen en realidad no tiene relación, como puede aparentar, con la acción de dar en la cabeza del clavo con un martillo.


Desde hace siglos, en algunos lugares se practica un juego callejero muy simple que consiste en arrojar y embocar una anilla o una herradura en una barra de metal (semejante a un clavo grande) enterrada a una distancia considerable de los jugadores. El que daba más veces en el clavo se llevaba la victoria y, en ocasiones, algo de dinero.

Este domingo, la palabra de Dios nos cuestiona en el punto más esencial de nuestra fe, y nos reta a estar dispuestos a corregir nuestra puntería en la vida para que demos en el clavo de nuestra existencia, solo así habrá valido la pena vivir y valdrá la pena morir.


Además, en esta semana, estamos celebrando dos eventos maravillosos: la Vida y la Muerte. En la festividad de todos los Santos, celebramos la vida de los que se nos han adelantado, porque han llegado primero que nosotros a la Vida plena y que nos quieren cerquita de ellos en el cielo, también celebramos que por el bautismo hemos recibido el don de la vida eterna que tenemos como herencia y que es la capacidad de entrar en comunión con Dios ya desde ahora y luego para siempre.


Y luego el 2 de noviembre recordamos y honoramos a nuestros fieles difuntos. La muerte es la otra dimensión del ciclo de la vida y en México lo celebramos con mucho jolgorio porque para nosotros la muerte no tiene la última palabra, ya desde nuestros ancestros mayas. De hecho el pan de muertos que es redondo simboliza el ciclo completo de la vida y la muerte que envuelven nuestra existencia (ver fotos abajo)

En este contexto de los dos polos que forman el todo de la existencia: la vida y la muerte, el evangelio de este domingo nos invita y nos reta a hacernos una pregunta fundamental: ¿qué tan cerca te sientes y que tan cerca estás del Reino de Dios? ¿Jesús podría decirnos personalmente lo que le dijo al letrado con quien dialoga: "Tu no estás lejos del reino de los Cielos"? Seguramente nuestra primera reacción es ¡uuuuuu estoy a kilometros de distancia! Esta reacción es normal porque cuanto más cerca se está de la luz más se ve la suciedad, cuanto más cerca estamos del Señor más lejos nos vemos del Reino.


Pero lo importante no es medir la distancia sino sabiendo que siempre estamos distantes, sentirnos llamados a seguir adelante. El filosofo Miguel de Unamuno supo muy bien expresar esta idea cuando dijo:


"El modo de dar una vez en el clavo es dar cien veces en la herradura".


Por ello hemos de comprender que no se nos pide ser perfectos para vivir ya en el Reino de los Cielos sino saber volver a empezar cuantas veces sea necesario, porque quien no reconoce su pecado no reconoce su lejanía del reino de los cielos.


No tiremos la toalla antes de volver a intentar atinar en el clavo perfecto, dar con lo esencial de la vida. Y no nos desanimemos si nos distraemos, sin empleamos la vida solo para las cosas de este mundo, si caemos una y otra vez en las ratoneras defendiendo nuestros quesos añejos o atrapados por nuestros mantos viejos y mugrosos a diferencia de Bartimeo.


Mc 12, 28 es el evangelio de este domingo y nos presenta a un Maestro de la ley, un experto en la ley de Moisés, era reconocible por su modo de vestir, digno de los maestros, él se acerca a Jesús para preguntarle por el mandamiento más importante, ¿porqué? porque en un inicio, la ley marcaba los 10 mandamientos, pero con el pasar del tiempo se habían llegado a ser 613 mandamientos que sirven al judío para vivir una vida de santidad, están divididos en 248 positivo, 365 negativos. Por ejemplo:


  • Ha de enseñarse la ley a los hijos en todo momento (Dt. 6:7)

  • Ha de estudiarse la Ley y enseñarla a otros (Dt. 6:7)

  • El leproso es ritualmente inmundo (Lv. 13:3)

  • La ropa del leproso es ritualmente inmunda (Lv. 13:51)

  • Volverse ritualmente limpio por inmersión ritual (Lv. 15:16)

  • En el séptimo año nada de lo que crece tiene dueño y está dispuesto para todos (Éx. 23:11)

  • Se debe descansar durante el día de reposo (Éx. 23:12).

  • Este día debía ser declarado santo al comenzar y al finalizar (Éx. 20:8)

  • Los pobres debían recibir préstamos sin intereses (Éx. 22:24)

  • Se debía devolver la prenda al dueño si la necesitaba (Éx. 22:26; Dt. 24:13) etc.

Estos y otros tantísimos eran los mandamientos a la que las personas debían estar atentas si querían vivir en santidad. A veces la vida se volvía pesada porque sucedía que se tenían que cumplir 100 en un mismo día... bien decía Jesús que la ley en vez de liberar se había convertido en un fardo, en una carga pesada. Porque la ley debe servir para eso, para liberar no para esclavizar, no puede ser talmente voluminosa o difícil de manejar que resulte una carga.


Por ello, la pregunta que el maestro de la ley le hace a Jesús es fundamental, no le pregunta cuáles de estas 613 leyes se debe vivir o cuáles se puede pasar por alto, cuál tiene más importancia este o aquel, etc., no, no le pregunta para negociar, le pregunta para ir a lo fundamental, porque los preceptos pueden ser 613 o 316, lo que interesa en este momento a ese Maestro de la Ley es la medula, el espíritu que hay detrás de esos 613 preceptos: ¿Cuál es el primer mandamiento, el más importante?


Y Jesús responde con el Shemá o sea la ley fundamental del pueblo judío: "Escucha Israel, el Señor Dios nuestro es el único Señor. Y tu amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón con toda tu mente, con todas tus fuerzas", pero Jesús añade una nueva palabra que no está en la tradición hebrea y es toda una dimensión a descubrir y practicar: "amarás al Señor con toda tu intención" (en griego διάνοια; dianoia).


¿Qué significa para mí en este momento de mi vida amar al Señor con TODO mi ser, y con toda mi intención? ¿No significará que en todo lo que hago mi intención sea amarlo a él en todas las cosas y a todas las cosas y personas amarlas en él? Parece un juego de palabras pero en realidad nuestro Dios es un Dios que quiere ocupar todos los espacios de nuestro ser, no nos quiere como pozos medio llenos o jardines medio secos.


Pero además añade un segundo mandamiento, porque no puede haber primero sin segundo. Jesús es presentado por el evangelista Marcos como el Legislador por excelencia, el experto de la ley de Moisés, y responde ligando dos mandamientos que de ahora en adelante no podrán más ser separados. La voz de Cristo es la voz de la suprema autoridad de esta nueva comunidad cristiana que es la Iglesia, así, afirma cuál es el segundo mandamiento aunque no se lo hayan preguntado: "el segundo mandamiento es este, amarás a tu prójimo como a ti mismo".


Tal vez, el Maestro de la Ley... cuando oyó "el segundo" dijo.... no no ya párale con el primero me basta porque yo intento amar a Dios, y aunque no dijo: "voy a misa los domingos", "rezo el rosario con mi abuelita" "ayudo en la catequesis" "voy a cantarle las mañanitas a la Virgen de Guadalupe" etc. etc., porque no era mexicano jejeje, sin embargo seguro que pensó: "Estudio la ley de Moisés y se la enseño a mis hijos, guardo el sábado de reposo, honoro el nombre del Señor diciendo que es el único y no adoro otros ídolos" etc. por eso tal vez pensó "ya párale Maestro que con eso tengo y me basta..."


Pero Jesús ha cerrado con broche de oro su respuesta uniendo para siempre el amor a Dios y al prójimo diciendo una frase al singular: "No hay otro mandamiento más importante que este". Sí, son dos en uno. ¡Paga uno y llévate dos! Negociazo del año... y lo que sorprende es que este grande maestro de la ley reconoce que Jesús responde con verdad y aprende bien la lección, porque repite lo que el maestro ha dicho, y asimiló tan bien esa doble idea que recita de nuevo todo bajo la frase: "Tienes razón Maestro éste es el mandamiento más importante".


Pero además la personaliza, la hace suya, porque para él, los sacrificios rituales por el perdón de los pecados, las abluciones o ritos de purificación por los pecados, los sacrificios para honrar a Dios eran importantes y tal vez para él lo primero, pero ahora dice: "Ese mandamiento de amar a Dios y al prójimo como a si mismo, es más importante que todos los sacrificios y holocaustos".


En este evangelio este Maestro de la ley nos invita a cuestionarnos ¿cuál es o cuáles son, en la practica y en nuestra vida real, el mandamiento o los mandamientos que más practicamos? ¿cuáles son los mandamientos que retenemos más importante para nosotros? Y me refiero no a los diez mandamientos de la ley de Dios, sino a aquellos a los que obedecemos y son secundarios. A aquéllos proyectos, ideas, deseos que están en nuestro corazón, en nuestra mente, en nuestras intenciones, en nuestras fuerzas porque para ellos vivimos aunque sean secundarios y relativos.

Por eso esa pregunta es definitiva y fundamental, porque a veces tenemos un montón de ideas, proyectos, intereses etc., que se han convertido en nuestras leyes y sin darnos cuenta nos ordenan y lamentablemente no son ni las verdaderas ni las fundamentales.


No les pasa que a veces respondemos o reaccionamos por inercia, yo creo que esta inercia es en realidad una idea que hemos hecho ley en nuestro corazón o en nuestro pensamiento y a la que amamos con todo... por ejemplo, no les ha pasado que a veces estamos a la defensiva... porque nuestra idea de fondo es: 'a mi ya me han hecho mucho daño y no voy a permitir que este/a cretin@ me haga daño", y tenemos razón, pero cuando no dominamos este pensamiento porque no somos dueños y señores de nosotros mismos, corremos el riesgo de que nuestros pensamientos nos dominen, y en vez de escuchar sin prejuicios, sacamos luego luego la espada porque como decimos en México "vemos moros con tranchetes".


O cuando te has convencido que como las cosas no te salen es porque alguien te hizo el mal de ojo y andas buscando a ver quien para hacérselo pagar... cuando la verdad es que vivimos carcomidos por el rencor y esta idea atrae siempre lo negativo, son ideas que hacemos ley porque son pensamientos que guardamos y alimentamos y nos convierten en enemigos de nosotros mismos o de los demás: "estoy tan fe@ que ni las moscas se me acercan" y pues con la depresión que nos llega pues ahí si que más feos nos volvemos jeje; o decimos "si no estudio tal cosa no serviré para nada porque si no, no soy nadie"... cuando tal vez tenemos un potencial increíble que no conocemos y por no creer en nosotros mismos por menos valorarnos dejamos manca la Iglesia de Dios, esperando que en otro tiempo, en otra circunstancia, otra persona lo hará mil veces mejor que yo... y bueno quizá sí, pero nunca pondrá la parte que a mi me toca poner. ¿cuáles son esas leyes internas que te/nos manipulan personalmente y nos distraen de la esencial?


Por eso el Señor Jesús nos recuerda que el primer mandamiento es Amar al Señor con TODO el CORAZON, LA MENTE, LAS FUERZA Y LA INTENCION. ¿Porqué? porque el amor del Señor es el único capaz de liberarnos de nuestras leyes inútiles, de las que nos hacemos, nos hacen pesada la vida, nos hacen perder tiempo y energía y sobre todo nos roban la felicidad, esa felicidad de los simples santos o de los santos simples. Esos que se liberaron de los preceptos inútiles o de los mandamientos a su conveniencia. Porque su Amor es capaz de llenar los vacíos, saciar las soledades, romper los corazones de piedra, curar las heridas, levantar al caído, como la primera hermosa lectura del domingo pasado ya nos lo decía: "Habían partido llorando, pero yo los traigo llenos de consuelo; los conduciré a los torrentes de agua por un camino llano, donde no tropezarán. Porque yo soy un padre para Israel y Efraim es mi primogénito" (Jer 31, 7-9).


Porque amarlo con todo el corazón, la mente, las fuerzas y la intención, es dejar que él mismo nos restaure, nos rejuvenezca, nos renueve, como dice el profeta Is 40,31 "pero los que esperan en el SEÑOR renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán", porque "el que colma de bienes tus años, para que tu juventud se renueve como el águila" (Sal 103, 5)


Entonces, sólo si vivimos inmersos en el amor y la misericordia del Señor, en un dialogo real y muy personal con él, pidiendo al Espíritu Santo dejarnos iluminar para reconocer nuestras leyes internas, las de la selva o las del amor, de las que nos hemos logrado liberar y de las que aún estamos atados, solo entonces y en el momento que su Palabra se comience a convertir en nuestro todo, acompañados de un buen acompañante espiritual, de una comunidad de fe, de la frecuencia a los sacramentos, entonces nuestra juventud se renueva como las águilas, nuestra fuerzas se renovarán y correremos sin cansarnos o caminaremos sin fatigarnos. Amaremos al prójimo como a mí mismo.


Y de estos santos es de los que hemos celebrado la fiesta del 1 de noviembre. De los que ya llegaron a la meta pero también de los que estamos en camino hacia ella. Y si tenemos los ojos abiertos como Bartimeo, podemos ver tantos cristianos como nosotros que a veces perdemos las batallas pero nunca la guerra. Porque la guerra está ganada.


Conocí un día una familia un poco disfuncional, pero me sorprendió ver en ella que hay un miembro vivo y que es un pulmón o un corazón amando al estilo de Jesús, porque simplemente quiere vivir y practicar su fe; una fe que la lleva a amar en medio de las luchas. Uno de los hijos tiene problemas psíquicos, es autónomo pero a veces es insoportable, pero hay una hermana que la soporta con tanto amor, a veces la pone en su lugar, pero aún cuando a veces le diga duro las cosas, en su tono, en su actuar, en su intención se siente que la ama. Esta persona es un verdadero pulmón de amor en su familia. Pero no se aleja del Señor porque sabe que él es su fuerza y su motor para seguir soportando con amor a su hermana.


Y tu ¿cuántas acciones has visto esta semana que te indican que la persona ha sido tocada por la santidad de Dios? ¿Por su amor, su gracia, su ternura, su delicadeza? ¿Has visto esta gracia de Dios en ti, has visto su santidad en ti? ¿Nos hemos dejado sobrecoger por esa gracia santificaste que es como un rayo de luz que penetra hasta por la más fina abertura de ventana o puerta, por más que la tengamos cerrada? ¿Has dejado penetrar en ti su verdad y su dureza siempre llena de misericordia, su claridad que ilumina las tinieblas y te saca de la mentira por puro amor? Esto es el mandamiento más importante.


Y todo esto porque aquel Maestro de la ley personalizó las palabras de Jesús y añadió que ese mandamiento doble, era más importante que todos las otras leyes de los sacrificios rituales tan importantes en la sociedad judía del tiempo de Jesús. Es por ello importantísimo hacer un examen serio de nosotros mismos para ver cuáles son nuestras leyes rituales, esas que nuestra sociedad, familia y personalmente seguimos por costumbre, por inercia, por necesidad sin preguntarnos si es la fundamental o no.


A esta respuesta personalizada del maestro de la ley Jesús como legislador cierra el caso con una sentencia: "No estas lejos del Reino de Dios" (Mc 12,34).


Fantástica respuesta... porque la pregunta fundamental es ¿qué amas? porque "eres lo que amas", ¿a qué le dedicas tu tiempo y tu vida, tus decisiones y opciones, tus pensamientos e intenciones? porque solo podemos ser felices si entendemos cuál es la cosa fundamental, y sólo podremos vivir en una paz profunda si estamos viviendo este día como si fuera el último día de mi vida, porque de hecho podría serlo y porque estoy convencido que no he perdido mi tiempo, mis fuerzas, mi amor y he dado en el clavo... No estas lejos del Reino de Dios es la meta final a la que se llega viviendo y practicando "el dos en uno", el mandamiento doble.


Y no me refiero a estar todo el día en la Iglesia, que es necesario e importante para tener tiempos a solas con el Amor, sino que me refiero también a nuestras opciones, decisiones, intenciones, proyectos diarios, es ahí que si nuestra vida esta entretejida por el amor y para amar, para dejarnos amar por el Señor y dejar que el ame en nosotros y a través de nosotros al vecino, al compañero de trabajo, al jefe, al suegr@, en la salud y la enfermedad, espiritual y física, en las buenas y en las malas... entonces no estaremos en la periferia del Reino y lejos de él sino que estaremos cerca, cerquita del Cielo en la tierra, es así que podemos dormir serenos porque hemos dado dado en el clavo. Entonces podrá llegar la Catrina, elegante y bien vestida y no nos asustará ni nos podrá arrebatar nada porque todo, absolutamente todo, lo hemos dado al Señor (la Catrina es una tradición popular mexicana que representa a la muerte).



Pedro Casaldáliga, obispo misionero claretiano natural de España y naturaliizado brasileño, ha cumplido 91 años, es obispo emérito del valle de Araguaia en Brasil, valle al que llama el Valle de los olvidados, ha estado siempre por la defensa de los derechos de los campesinos, los indígenas y los quilombolas, o sea, los descendientes de los esclavos africanos, a sus 91 años decía: «Mis causas son más importantes que mi propia vida» y decía:


«Cuando llegue al cielo me preguntarán ¿amaste?

y yo, sin decir nada, abriré el corazón y estará lleno de nombres»


Yo mi buen Dios, comenzando por tu nombre puedo decir hoy que eres el primero de los nombres en mi lista, eres el primero por que por ti he perdido todas las cosas y las considero como basura... por ti estoy aquí, lejos de mi país, de mi gente, volcada para recibir cuanto quieres que de... Tu nombre mi buen Dios está escrito en el libro de mi corazón y he intentado hasta el día de hoy amarte con todo mi ser, con toda mi mente, mis fuerzas y mi intención. Y a mi misma, estoy intentando amarme como tu me amas porque si no me amo bien a mi misma, como tu me amas, no podré amar bien a mis hermanos, los que hoy pones a mi lado, los italianos y a los americanos, los ingleses y los polacos, mis compañeros de clases, mis hermanos sacerdotes, mis compañer@s de camino, los que me aman y los que no... 

¡Señor, que este maestro de la ley que no está lejos del Reino de los cielo, me sirva de ejemplo para integrar mi vida y entretejerla entre al ritmo de tu amor, dejándome amar y al ritmo de tu corazón, que ama porque ama, ama por amar!


¡Señor que sea consciente de aquellos pensamientos que convierto en leyes y que interiormente me tienen atada a respuestas prefijadas!


¡Señor que me apegue con todo el corazón, la mente, las fuerzas y la intención a tu amor para que empapado de él me deje renovar como el águila, me sostenga cuando no pueda seguir adelante, me lance cuando no quiera, solo así podré entregarme por entero!


¡Señor, que no me canse de tirar cien veces la herradura hasta que pueda dar de una vez en el clavo!


Y sobre todo que pueda vivir este día como si fuera el último de mi vida, y en paz pueda descansar porque puedo abrir mi corazón y mostrártelo lleno de nombres.


Cantamos para ir centrando

el corazón en lo esencial

Vivir es ir poniendo el corazón,

y el pie detrás del otro

sobre el camino que se vaya abriendo


Al final del camino me dirás

¿has vivido, has amado?

Y yo sin decir nada

Abriré el corazón lleno de nombres.


Vivir es ir poniendo el corazón

y el pie detrás del otro

sobre el camino que se vaya abriendo

Obispo Pedro Casaldaliga a sus 90 años

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